Enrique García Vivanco
MÚSICO MÁGICO
Natural de Segovia, «Quiquemago» bien podría haberse llamado «El Mago DYC», pero opina que con ese nombre solo le contratarían en fiestas nocturnas. De todos modos, se fue a vivir muy pronto a Valladolid en donde, con 11 años de edad, comenzó sus estudios musicales en el conservatorio y los mágicos en el Círculo de Ilusionismo Vallisoletano.
P.– ¿Te sientes pluriempleado?
R.–Vivo de la música por arte de magia, si no, es que no hay manera. Me encanta dar conciertos con el violín, hacer espectáculos de magia y dar clases a mis alumnos. Se puede decir que sí, que soy pluriempleado pero, con trabajos así, da gusto.
P.– Sabes que si consigues que la gente apague su móvil en los espectáculos te van a dar un premio ¿verdad? ¿Podría hacerse eso con magia o bastaría solo con barrer la cobertura en los teatros?
R.–Pues precisamente en este espectáculo que realizo con la Orquesta de Córdoba ese es uno de nuestros retos. Enseñamos al público, de forma mágica, el susto que te puedes llevar si dejas el teléfono encendido. ¡No digo más para que no estropear la sorpresa…!
P.– Todo tiene su truco ¿o no?
R.– ¡Qué va! de eso nada, son juegos de magia. Yo todavía me sorprendo de algunos juegos que hago, ni yo no sé cómo me salen.
P.– El violín eléctrico ¿es para destacar, para hacerse oír por encima de los otros instrumentos, o es por que los hacen con diseños más variados?
R.– Es un instrumento muy curioso que llama la atención de entrada por su extraña figura y, además, es muy práctico de cara a su amplificación. Lo utilizo en el concierto para mostrar al público en que consisten los instrumentos eléctricos, explico cómo están hechos y cómo funcionan. Es principalmente por un motivo didáctico. La única pega que tiene es que de vez en cuando te suelta unos calambrazos que te deja temblando.
P.– ¿Qué magisterio ejerces?
R.–Si te refieres a cuál es la finalidad de mi espectáculo o mi labor con en público, te diré que es hacer que niños y mayores, pero sobre todo los niños, se acerquen a la música, aprendan a disfrutar de ella y experimenten lo grato que resulta acudir a escuchar a las salas de conciertos con amigos, o solos, o en familia, hasta que eso se convierta en algo habitual en sus vidas.
P.– ¿Te han dicho que te pareces a alguien?
R.– Por la calle, a veces, me confunden con Paul Newman…
P.– ¿Ara Malikian es un músico-mago o solo es un primo tuyo?
R.– Ara Malikian es un gran gran violinista y artista. No somos parientes,
que yo sepa, pero nos parecemos en que tenemos los dos una buena mata de pelo y en que acercamos la música a todos los públicos de una forma lúdica y original.
P.– «Vinieron los Reyes magos y se llevaron los regalos». ¿Qué te parece? Hay magos malos también ¿no?
R.–Pues me parece que esos Reyes Magos de los que me hablas no son los Reyes Magos de verdad sino que son los Reyes Malos. Hay magos malos, claro. Me acabo de acordar que hay un mago que se llama Mago Malo Malísimo, pero es muy bueno por cierto.
P.– ¿Cuántas mangas tiene las cartas?
R.–Mis naipes no tienen mangas, son 100 % normales, ¡baraja nacional Fournier de toda la vida!
P.– O ¿cuántas cartas caben en una manga?
R.– Depende del tamaño de la manga. No lo he probado nunca pero supongo que todas las que quieras.
P.– Habiendo tantas, ¿por cuál de las momias folclóricas te has decidido a construir un personaje?
R.– La Momia Folclórica que presento en el concierto viene de Egipto. Se la compré a un vendedor de antigüedades cerca de la Gran Pirámide de Guiza. Tiene muchas vendas que la tapan y en el concierto se las quitaremos para poder enseñar el gran secreto que hay en su interior, y todo esto al son de músicas del mundo. Qué más se puede pedir!
P.– Qué criterios has tenido en cuenta para hacer la selección musical de tu espectáculo?
R.– Que sea música de calidad, obras maestras de la historia que casi todo el mundo pueda reconocer y, si no es así, que puedan disfrutar de su belleza. También es importante utilizar diferentes estilos, barroco, clásico, romántico, jazz, folk y tratar con autores contemporáneos como John Cage.
P.– Tu amistad con Woody Allen bien, ¿no?
R.– Fenomenal, fuimos juntos al colegio. Allí nos enseñaron que en la vida puedes hacer muchas cosas diferentes, que no hay que cerrarse puertas, y si algo te gusta de verdad puedes dedicarte a ello aunque no sea esa tu única actividad profesional.
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